Artículo publicado originalmente en el blog 'Pintura Blanca'
Escribo este post casi para lo mismo que le escribiría a mi madre, para decir después de una semana: estoy bien, sigo vivo y todo marcha viento en popa por aquí. Mañana hará una semana ya que aterricé en el aeropuerto de Chicago y de momento nos han tenido en palmitas, muy preocupados por que los estudiantes extranjeros y de intercambio sepamos dónde está absolutamente todo y no tengamos ningún problema dentro de una semana cuando empiece el curso.
En realidad este post supone un paréntesis en mi blog personal, pues mi intención es abrir otro blog para hablar largo y tendido sobre estos locos romanos que son los Americanos. Hasta entonces, que sirva esto como un anticipo.
Sólo unos días han sido más que suficientes para sorprenderme con las primeras diferencias que he ido encontrando por aquí. En primer lugar la propia universidad, nada tiene que ver con lo que estaba acostumbrado en Salamanca. Estoy en un campus que se puede considerar pequeño. Vivo prácticamente en uno de los extremos y hasta la biblioteca que está en el otro tardo cinco minutos. Es muy como de película americana. En realidad el campus es como una ciudad dentro de la ciudad. El resto de Bloomington no tiene casi nada, solo casas y casas y casas... todas unifamiliares y cada una con su jardincito, con lo que la ciudad se extiende muchísimo. El campus, en cambio, es un recinto por el que apenas pasan coches (porque no tienen por dónde más que nada), lleno de jardincitos por los que poder pasear y sentarte (aunque no creo que los usemos mucho cuando empiece a nevar en enero), y con todo lo que pudiéramos necesitar a mano. Todo muy bucólico, con ardillas y conejos corriendo por ahí libremente.
De punto y aparte es el comedor. Decía Josh, un indio (de la India) que vive en la habitación de enfrente, que es como si aquí todo estuviera cocinado con grasa y no le falta razón. Si os digo que es demasiado es porque es realmente demasiado. Cada comida cuesta 4,95 $ y nos da acceso a un buffet libre que está dividido por zonas: la de ensaladas / sandwiches, para que cada uno se lo componga como quiera; la de pasta, con dos salsas a elegir; la de pizza, con cinco diferentes cada día; la sección de grill, donde puedes coger las hamburguesas, perritos calientes...; además está lo que llaman el "centro del plato" que es algo así como el plato del día (que a veces es otra hamburguesa 0_o) y según días pueden tener para elegir otro plato más de comida china o mexicana... Los huecos libres de la cafetería los rellenan con los postres (tartas, brownies, donuts, cookies...), ah y también tienen fruta. Parece ser que la gente de media gana quince libras en su primer año de Universidad (unos 7kg). Fijaos cómo me tiene de impresionado la cosa que todavía no he salido de esa cafetería sin comer por lo menos una ensalada y un par de piezas de fruta, de otra manera el resultado a mi vuelta podría ser bestial.
Me quedan muchas cosas por contar de lo que ha sido esta primera semana, pero las iré dosificando, que de momento ya os dejo mucho para leer.